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  Declaración de Fé
   
 


I. Los sesenta y seis (66) libros canónicos de la Biblia, escritos originalmente, fueron inspirados por Dios, y por lo tanto, son libre de error. Ellos constituyen la única guía infalible de fe y práctica.

II. Hay un sólo Dios, el Creador y Preservador de todas las cosas, infinito en Ser y perfección. Él existe eternamente en tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, quienes son de una sustancia e igual en poder y gloria.

III. El ser humano, creado en la imagen de Dios, por desobediencia cayó de su estado sin pecado a sugerencia de Satanás. Esta caída empujó al ser humano a un estado de pecado y muerte espiritual y trajo encima la raza entera, con la sentencia de muerte eterna. El ser humano solamente se puede salvar de esta condición por la gracia de Dios, a través de la fe, basándose en el trabajo de Cristo y por la agencia del Espíritu Santo.

IV. El Hijo, eternamente preexistente, se encarnó sin padre humano, nacido de la virgen María. Por lo tanto, en el Señor Jesucristo la naturaleza divina y la humana fueron unidas en una Persona, las dos naturalezas siendo enteras, perfectas y distintas. Para hacer efectiva la salvación, Él vivió una vida sin pecado y murió en la cruz como el substituto del pecador, derramando Su sangre para remisión de nuestros pecados. En el tercer día Él resucitó de la muerte en el cuerpo que fue puesto en la tumba. Él ascendió a la diestra del Padre, donde hace el ministerio de intercesión. Él vendrá otra vez, personalmente y visiblemente, para completar su trabajo salvífico y terminar el plan eterno de Dios.

V. El Espíritu Santo es la tercera Persona del Trino Dios. Él aplica al ser humano el trabajo de Cristo. Por justificación y adopción el ser humano es dado una posición correcta delante de Dios; por regeneración, santificación y glorificación la naturaleza del ser humano es renovada.

VI. El creyente, por haber vuelto a Dios en fe penitente en el Señor Jesucristo, es responsable a Dios a vivir una vida separada del pecado y caracterizada por el fruto del Espíritu Santo. Somos miembros de Su Iglesia Universal. Es nuestra profunda convicción que somos responsable personalmente de contribuir por palabra y hecho a la diseminación del Evangelio.

VII. Al final del tiempo los cuerpos de los muertos serán resucitados. Los justos entrarán a posesión completa del gozo eterno en la presencia de Dios.

 

 

 
   
 
 
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“Para que todos sean uno; como tú, oh Padre en mí, y yo en ti que también ellos sean uno
en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” Juan 17:21

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